pensar en mi infancia, me hace sonreír

hace unos días, contestaba a esta pregunta: «¿qué entiendes por una infancia feliz?»

y mi respuesta fue rápida y concisa: «la que al recordar, te hace sonreír»

me salió casi al momento, de estas veces que lo tienes claro. tanto, que me sorprendió a mi misma. porque hablar de la infancia es mucho hablar, y más cuando eres madre, que has aprendido a recordar la tuya desde un prisma muy diferente.

me paré a pensar en lo que había dicho, y en si era realmente así en mi caso, no fuera una respuesta automática más basada en el deseo de que tu vida sea estupenda, que en la realidad de que lo sea.

afortunadamente, la respuesta fue afirmativa: pensar en mi infancia, me hace sonreír.

y situaciones que me han hecho llorar he tenido, y más de una. pero qué gusto saber que han ganado los buenos momentos. porque son los primero que afloran cuando me pongo a recordar.

pienso en mi infancia y, eso sí, aparece mi abuela. vivía con nosotros (o nosotros con ella) y nos cuidaba a mi hermana y a mi, mientras mis padres trabajaban. así que está presente en casi todos los recuerdos. los ratitos que echaba con ella en la cocina viendo cómo hacía croquetas o leche frita (algún día tengo que animarme con esto). o las bromas que le gastábamos mi hermana y yo el día de los inocentes, o cualquier tarde que se dejaba.

también me veo en el Retiro, a toda velocidad con mi bici o mis patines, sin casco y a lo loco, que igual aquello explica mucho de cómo estamos ahora 😅.

o en casa un sábado por la tarde, viendo los dibujos y haciendo merienda-cena de pizza con mis padres.

y con eso me basta para saber que la cosa fue bien. que con todo el pantone de grises que hubiera, recuerdo mi infancia a color, y siento que fui una niña feliz.

y con eso me quedo, para esforzarme cada día para que cuando sea yo la recordada como madre o como abuela, vuelva a ganar la sonrisa.

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