últimamente mi cabeza no para. pero no de dar vueltas, sino de tener ideas.
se me ocurren mil cosas que hacer, un montón de inventos, de planes.
y he decidido que voy a meterme en todos los jardines que pueda, porque ¿de qué sirven las ideas, si no las llevas a cabo?
he pasado por un proceso previo de duda sobre si hacerlo así o dejarlas pasar.
poner en marcha una idea requiere de tiempo y ganas
el tiempo es ese bien escaso, que ni está ni se le espera, que hay que exprimir según nos llega. así que las horas que le robe al sueño, aún sabiendo que no deberían ser demasiadas, vendrán motivadas porque algo se me ocurrió y me he lanzado a hacerlo.
y las ganas, es lo que al final te mueve, contra viento y marea. que nunca falten las ganas. ellas suplirán esa falta de tiempo,
pero, ¿por dónde empiezo?
si espero a que se den las condiciones ideales, entraré en la «parálisis por el análisis«, ese bloqueo que te hace no saber por dónde empezar. y no quiero eso, porque ¿de qué sirven las ideas, si no las llevas a cabo?
así que, será mejor ir por partes (ya lo decía Jack El Destripador), hacer un divide y vencerás, y ponerse a ello, que mejor hecho que perfecto, pero que las ideas no se las lleve el viento.
¿y si no lo consigo?
en estos tiempos que corren, si algo he aprendido es que todo, absolutamente todo, es posible. probable es otra cosa, pero ahí no me quiero meter mucho.
además, no hay peor fracaso que no haberlo intentado. y, a fin de cuentas, no deja de ser una forma de crecimiento.
crecimiento a través de las ideas: Kensho VS Satori
y es que hay dos formas de crecer: por el dolor o el miedo tras un fracaso, pérdida, ruptura (Kensho) o por la intuición, ese momento eureka en el que, de repente, todo te encaja (Satori).
de modo que la conclusión final ha sido que, idea que vuela, a la cazuela, porque ¿de qué sirven las ideas, si no las llevas a cabo?
¡sígueme y no te pierdas nada!
tranquilitamente 