vale que estas tres palabras a los padres nos hacen sudar más que el propio calor del verano, porque sabemos que suponen el comienzo de más de dos meses de tener a los niños en casa, o el tener que pagar un dineral por no tenerlos / poderlos tener (aquí ya, el motivo de cada uno).
pero no es de eso de lo que quiero escribir hoy, porque este año, el fin de curso me ha dejado un muy buen sabor de boca.
por la mañana, me ha trasladado a mi infancia, a la sensación que me suponía en días así poder ir «de calle» al cole. esos nervios del qué me pongo, porque es el día en que te vas a dar a conocer como tú eres. eso solo lo sabemos los que hemos llevado uniforme.
y por la tarde, cuando volvíamos a casa, de repente me he dado cuenta de que no teníamos que correr.
hoy no había prisa. podíamos pasear, saltarnos el baño y pensar tranquilitamente qué hacer hasta la hora de cenar, que además hoy podía ser más tarde.
y me he sentido feliz y en paz. y lo que quedaba de día, que aún incluía hacer la cena, algo de trabajo y un par de lavadoras, de repente ya no me parecía tanto. y me apetecía ponerme a jugar antes, tirada en el suelo.
han sido dos sensaciones geniales, que me hacen acostarme hoy tan tarde como siempre, pero con una sonrisa.
voy a ver si puedo convertir cada día en un fin de curso.
¡sígueme y no te pierdas nada!
Un comentario sobre “fin de curso”