necesito un cambio y lo necesito ya. son demasiados años llegando a fin de curso con el «estoy harta de esto, en septiembre cambio de aires».
me guío por los cursos escolares desde siempre, agendas incluidas, y siempre afronto la vacaciones de verano como ese momento en el que voy a dar un giro a mi vida.
pero me pasa como el resto del año, que no llego ni a empezar. al final, un día por otro, el cansancio gana a cualquier otra cosa, y la rutina sigue reinando en mi. porque aunque sea verano, no siempre son vacaciones. y aunque sean vacaciones, hay muchas cosas que hacer.
necesito unos días de no hacer nada. bueno, de lo que hoy en día entendemos por no hacer nada, incluso por perder el tiempo. unos días en los que no tenga que ser productiva de forma inmediata, ni como trabajadora, ni como madre. en los que pueda dedicarme a leer cosas que me apetecen, aunque no me estén enseñando nada de forma aparente.
no quiero libros sobre cómo educar, cocinar o gestionar mi tiempo. sino libros que me dejen volar, que me atrapen y me hagan perder la noción de las horas, sin más.
no quiero series basadas en hecho históricos, ni en biografías, ni que muestren la realidad de nadie. quiero comedias que me hagan llorar de la risa. humor absurdo, del que me gusta a mi.
tampoco quiero ver charlas TED ni escuchar podcasts superútiles o con mensaje. quiero ver monólogos o entrevistas a gente que de nuevo me resulte interesante porque sí, por lo que cuente, sea lo que sea, o simplemente por cómo lo cuente.
creo que si consiguiera tener ese oasis temporal, sí podría entonces hacer un cambio. porque ese dolcefarnientismo liberaría mi cerebro de un montón de ruido innecesario que lo tiene inundado, y entonces sí podría de verdad parar a pensar.
y a lo mejor dejaría de ser el hámster que corre dentro de la rueda, para ser el hámster que hacer girar la rueda, corriendo sobre ella.
solo a lo mejor.
Un comentario sobre “el hámster y la rueda”